viernes, 11 de junio de 2010

La becada migradora


Cada temporada, sea primavera, verano, otoño o invierno, nos encontramos en el campo con especies que, como por arte de magia, aparecen "de la nada". A veces tenemos nutrida información sobre las costumbres de la especie, pero usualmente poco solemos saber sobre las desventuras de cada animal -salvo que este haya sido anillado o radiomarcado- por lo que su increible y ajetreada vida suele quedar en el más oscuro de los olvidos. Y esto, si cabe, se acentúa en aves de esas que pasan desapercibidas.

Como suele suceder con las especies declaradas como cinegéticas, las becadas (Scolopax rusticola) reciben multitud de denominaciones en función del área en el que nos encontremos. Entre los apelativos más frecuentes están el de sorda o chocha perdiz. Aquí, en la comarca de Ortegal, esta forestal ave es el objetivo emplumado número uno de los puntos de mira de los cazadores. Pues bien, si alguno de ellos -aunque sea por despiste- cae en esta ventana digital y lee estas lineas, debería saber que, cuando aprieta su gatillo intentando atinar en el zigzagueante vuelo de la sorda, acaba con historias tan preciosas como la que se ha reflejado en las páginas del diario vasco fechas atrás.

La crónica puede consultarse pinchando AQUÍ.

Señor cazador, no persigo la utopía de que usted cese en su empeño de disparar a la intrépida becada. No es eso. Pero, por favor, sepa del esfuerzo llevado a cabo por el pequeño animal al que usted derriba cada invierno en esta comarca donde, solamente, buscan un instante de paz.