sábado, 22 de marzo de 2008

El gran desconocido

Año 1994. Con no pocas horas de prismáticos al cuello y esa episódica arrogancia propia de quien está a punto de cumplir 18 años, a uno le parece que la ornitología es una ciencia cerrada y que, por lo tanto, pocas sorpresas le va a deparar. Algo así como decir "todo está ya inventado aquí".

No es así. Sirva esto de advertencia para todo aquel incauto que piense que -como yo hice en su día- ya no cabe margen para imprevistos en esto de las aves.


Siempre, SIEMPRE, existe ese margen. Y en no pocas ocasiones se nos rompe algún esquema. Pero vuelvo a 1994...

Por aquel entonces escasos registros de Turdus torquatus figuraban en la bibliografía gallega. De memoria recuerdo uno de Bartolomé en un acantilado costero de A Costa da Morte, y poca cosa más. Era una especie sobre la que sobrevolaba un cierto oscurantismo, un desconocimiento supino, y de la que se creía que -de existir algún pájaro en Galicia- a lo sumo habitaría las montañas orientales del país.

El caso es que ese año se observaron en los meses de mayo y octubre sendos ejemplares de la especie en los cariñeses montes Limo y Vixía Herbeira, respectivamente.

Este hecho causó primero un tremendo shock en los observadores (R.Hevia y quien escribe) y un relativo impacto entre los ornitólogos gallegos. Un rumor de dimes y diretes en petit comité se extendió como la pólvora entre algunos insignes -y poco crédulos- “pajarólogos” en unos momentos en los que hablar de internet o de teléfonos móviles era estar muy a la última, y el poder emplear estos avances por la mayoría de los cristianos suponía una utopía.

El caso es que los años fueron pasando y las citas repitiéndose temporada tras temporada.


Nunca han fallado desde aquel 1994, con lo que este año hacemos 15 temporadas consecutivas con los mirlos capiblancos de visita. Diferentes ornitólogos han visitado el lugar primavera tras primavera, con dispar suerte. Lo cierto es que estos apasionados de la ornitología, casi sin saberlo, también han contribuido a tapar algunas bocas que, quizás, siempre debieron mantenerse cerradas.

Pero...¿cómo controlar la condición humana?

Cita tras cita, poco a poco, hemos ido acotando un esbozo de lo que debe ser la fenología migratoria prenupcial de la especie a través de los altos de la sierra de A Capelada.

Las primeras aves llegan a finales de marzo (primer registro un 23 de este mes), mientras que los últimos ejemplares nos abandonan la primera semana de mayo; a mediados de abril es cuando la probabilidad de dar con algún ejemplar se multiplica. Con todo, esta semana se rompió el récord de llegada temprana, con un macho visto por Ricardo Hevia el día 18 en los acantilados de Herbeira.

En cuanto a su abundancia, a su llegada suelen observarse individuos sueltos para luego evolucionar a pequeños grupos de 2-4 ejemplares. El mayor registro que uno le ha tocado contemplar corresponde a un bando de 7 aves (4 machos y 3 hembras) que un año merodeaba a principios de mayo las crestas del monte Limo.

Sobre lo que sucede en la migración otoñal, la cosa está mucho menos clara.

Parece intuirse que la segunda quincena de octubre es el momento fuerte, pero queda todavía mucho por saber e investigar; desde luego lo que sí es claro es que la notoriedad del paso postnupcial no parece alcanzar ni de lejos la fuerza de la migración prenupcial, fenómeno éste que en Galicia suele ser una excepción en el grueso de las especies.

Esta foto que subo aquí fue obtenida hoy mismo por Ricardo Hevia en Vixía Herbeira.


Macho de Turdus torquatus en Vixía Herbeira (R.Hevia).

Quedan otras muchas cuestiones por descubrir como, por ejemplo, conocer de dónde proceden estas aves que cruzan A Capelada y hacía dónde se dirigen.
¿Vienen del Atlas marroquí y se reproducen en Escandinavia? ¿o quizás se trata de los Ring Ouzels escoceses?.

Y un último dilema, ¿es el caso de A Capelada excepcional en Galicia? ¿no se observan mirlos capiblancos en ningún otro lugar?

Mi opinión personal -intuitiva, vaya por delante- es que sí cruzan otros territorios, lugares sin controlar en estas fechas tan concretas.
De hecho, recientemente se ha producido una observación primaveral en un alto de otra sierra norteña, tal es el caso de un pico de O Xistral. Por lo tanto, a tod@s aquell@s que decidan patear las cumbres gallegas en el próximo mes yo les diría… ¡¡ojo al capiblanco!!.

Quien sabe si un macho como este de A Capelada podría estar esperándoos…


Otra imagen del ave vista estos días en A Capelada (R.Hevia)

Entretanto parece que el mirlo capiblanco continuará siendo el gran desconocido de las aves gallegas.

Esperemos que por poco tiempo...

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