El ayuntamiento de Barcelona ha instalado hace un tiempo una webcam dentro del nidal de una de las parejas de halcón común (Falco peregrinus) que crían en la ciudad condal, en concreto la que lo hace en el campanario de la Fachada de la Pasión de la universal Sagrada Familia.
Estos días la plataforma de cría está de lo más animado, con el nacimiento de los pequeños polluelos.
Los interesados en seguirlos podréis hacerlo pinchando aquí.
jueves, 16 de abril de 2009
miércoles, 15 de abril de 2009
Y los capiblancos que no aparecen...
Aún hay margen, no es cosa de ponerse nervioso. Sin embargo, a estas alturas del año habitualmente ya habrían hecho acto de presencia en la sierra de A Capelada, pero en la presente temporada parece que algo no funciona.
En las últimas semanas el colega Ricardo Hevia y quien escribe nos hemos pasado en diferentes -y no pocas- ocasiones por los altos de nuestra sierra rastreando la presencia de los siempre esquivos, pero interesantes, mirlos capiblancos (Turdus torquatus). Como digo, el resultado hasta la fecha ha sido nulo.
Con todo, el no haber observado algunos otros indicadores de migración prenupcial nos hace pensar en que simplemente estamos sufriendo un ligero retraso en la caída de estos singulares túrdidos. Un factor significativo es la ausencia de otros migrantes en la zona, como por ejemplo las siempre móviles y detectables collalbas grises (Oenanthe oenanthe) o las bisbitas arbóreos (Anthus trivialis), muy visibles por sus vuelos de celo "en paracaídas".
Así que albergamos esperanzas. El margen de maniobra es óptimo hasta la primera semana de mayo, fechas esas en la que por otra parte obtuve mi mayor registro de la especie: 7 aves (4 machos y 3 hembras) en lo alto el monte Limo.
Y es que desde 1994 no nos han fallado. Esperemos que así sea.
En las últimas semanas el colega Ricardo Hevia y quien escribe nos hemos pasado en diferentes -y no pocas- ocasiones por los altos de nuestra sierra rastreando la presencia de los siempre esquivos, pero interesantes, mirlos capiblancos (Turdus torquatus). Como digo, el resultado hasta la fecha ha sido nulo.
Con todo, el no haber observado algunos otros indicadores de migración prenupcial nos hace pensar en que simplemente estamos sufriendo un ligero retraso en la caída de estos singulares túrdidos. Un factor significativo es la ausencia de otros migrantes en la zona, como por ejemplo las siempre móviles y detectables collalbas grises (Oenanthe oenanthe) o las bisbitas arbóreos (Anthus trivialis), muy visibles por sus vuelos de celo "en paracaídas".
Así que albergamos esperanzas. El margen de maniobra es óptimo hasta la primera semana de mayo, fechas esas en la que por otra parte obtuve mi mayor registro de la especie: 7 aves (4 machos y 3 hembras) en lo alto el monte Limo.
Y es que desde 1994 no nos han fallado. Esperemos que así sea.
miércoles, 1 de abril de 2009
Una de mochuelos
Hacía tiempo que quería hacer una entrada como esta, pero la verdad no encontraba el momento. Y no es que no tuviese un rato libre para escribir, que va, no es eso. La causa de la demora se debe a la cada vez mayor escasez de los protagonistas de la misma en el norte de Galicia.
A pesar de tener un territorio de mochuelo común (Athene noctua) más o menos controlado desde hace unos meses en la Mariña lucense occidental, me apetecía localizar alguna pareja más en la costa lucense oriental, hecho este que vino a darse hace un par de semanas, cuando sin quererlo me topé con una.
El caso es que aquel día, y como comento en una entrada previa, saqué de oído (algo nada complejo, por otra parte) un macho cantor de moucho en un tejado de una vivienda del concello lugués de Barreiros, entre Foz y Ribadeo.
El inquilino era este:
Macho de mochuelo común (Athene noctua).
El pequeño estrígido reclamaba con las últimas luces del atardecer desde su atalaya, mientras que vecinos de la zona pasaban impávidos bajo su atenta mirada. Quizás su monótono chillar ya formaba parte inconsciente de los sonidos de su vida cotidiana.
Macho de Athene noctua marcando territorio con su reclamo.
Con un poco de paciencia y suerte uno puede llegar a observar a los dos miembros de la pareja, al salir la hembra a acompañar a su activo compañero.
Pareja de mochuelos.
Como sucede en la mayoría de aves rapaces -tanto diurnas como nocturnas- la hembra resulta más corpulenta que el macho, aspecto este especialmente llamativo cuando se tiene la oportunidad de comparar a ambas aves.
Macho cantando ante la mirada de la hembra.
Una vez unida la pareja, el macho vuelve a marcar sus dominios ante la atenta mirada de su pareja.
Esta semana me he vuelto a acercar al lugar acompañado del amigo Javi Rdz. Cantil para ver si había novedades, volviendo a observar a ambas aves. Todo perfecto. Las últimas luces de la tarde parecen el momento más idóneo para aguardar la presencia de estas aves, expertas en la captura de pequeños roedores, insectos y otros invertebrados.
De modo que cuando nos retiramos, allí quedaban, en "su" tejado, bien parapetados tras las rocas para esquivar los golpes de la brisa de NE y aprovechando los últimos rayos débiles de la tarde.
Después del canto, un descanso previo a la activa noche.
Luego, con la llegada de la noche, su actividad se multiplicará.
Antes de todo ello, Javi y yo habíamos observado nuestra primera lavandera boyera (Motacilla flava iberiae) del año, así como varios macho de triguero (Emberiza calandra) marcando sus parcelas en las praderas de Rinlo.
Pero volviendo al affaire de los mochuelos comunes (Athene noctua), decir que este seguimiento a la pareja de Barreiros me hizo planterme que estaría sucediendo con la otra pareja de la que tengo constancia en la Mariña, en este caso en el sector occidental. Así que ayer muy temprano me planté en su territorio, a esperar acontecimientos.
Instantes atrás, mientras salía de Ribadeo, un milano negro (Milvus migrans) atravesaba la villa y la rasa costera aledaña con un vuelo muy activo y directo con dirección W-E. Por algo lo llaman migrans...
Cuando arribé al segundo núcleo mochuelero no tardé ni un minuto en observar desde la distancia a una de las aves, aparentemente el macho. Así que recogí los bártulos con premura y puse rumbo a Cariño.
Antes de llegar todavía hice un pequeño receso para localizar un par de tarros blancos (Tadorna tadorna) en la ría de Cariño y Ortigueira.
No está mal.
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