martes, 30 de septiembre de 2008

Un buen amigo


Llego a la comarca de Ortegal sin hacer ruído, se instaló en Ortigueira y poco a poco fuimos coincidiendo en el campo.

Tanto Ricardo Hevia como quien escribe tuvimos la suerte de disfrutar en su compañía de un declive invernal y -sobretodo- de una primavera fenomenal ornitológicamente hablando, y ahora llega un otoño cargado de aves y del que -como tod@s- esperamos lo máximo.

Pero, por si acaso, el que golpea primero golpea dos veces. Para empezar, este vecino de Cee y ya cuasicariñés llamado David Martínez Lago ha sacado un Calidris melanotos en la muradana laguna de Louro.


Calidris melanotos entre la hierba. (Foto: David Mtz. Lago)

A los pies del siempre mágico monte Louro se ubica este humedal, que parece ser especialmente querencioso para las limícolas neárticas a tenor de las citas que desde antiguo vienen registrándose en la zona.


Correlimos pectoral en Louro. (Foto: David Mtz. Lago)

Dicen en las series policíacas que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen, así que este pasado fin de semana -tan sólo 7 días después del Calidris melanotos- va David y regresa a la masa acuática situada a caballo de Muros y Carnota. Y claro, ya se sabe, el que está en racha....

En fin, que sacó un Tryngites subruficollis.


Tryngites subruficollis (Foto: David Mtz. Lago)

¡¡ Si es que ya nos da miedo lo que puede levantar el próximo fin de semana !!. ¡¡ A por el acuminata !! Bromas a un lado, es siempre una alegría poder compartir las alegrías de los colegas.

Cuenta David que el correlimos canelo levantó el vuelo a última hora acompañado de estos dos señores...


Combatientes en Louro. (Foto: David Mtz. Lago)

Parece ser que las aves se alejaron con dirección N-NW, algo ciertamente curioso (¿desplazamiento a corta distancia hacia Costa da Morte? Quien sabe...).

En fin, que sigas de fiesta amigo.

martes, 23 de septiembre de 2008

El verano se acabó

Van cayendo las hojas del calendario y, para quien escribe esto, se aproximan las mejores fechas del año ornitológicamente hablando. Me encanta el período comprendido entre septiembre y mayo porque en Galicia todo es posible; como dice el título del anterior post “Impossible is nothing” en Gallaecia.

Luego de unas fechas de ausencia por asuntos personales varios (con escasos días de vacaciones) me reincorporo al tema pajaril en uno de esos lugares al que el asesino siempre regresa: Rinlo. Los habituales de este blog conocerán de buena tinta mi debilidad por este enclave ribadense.

A eso de las 9 de la mañana, cuando los primeros rayos de sol calientan las gotas de rocío que empapan el manto vegetal, un halcón peregrino (Falco peregrinus) adulto se despereza posado en una estaca de esas que delimitan las fincas abrazadas por los ya antidiluvianos alambres de espino. En las zarzas de los lindes un par de currucas zarceras (Sylvia communis) asoman entre las espinas, mientras tres collalbas grises (Oenanthe oenanthe) se persiguen las unas a las otras mostrando esos característicos obispillos blancos. Para completar el triplete de migrantes transaharianos, una tarabilla norteña cruza la pista de gravilla unos metros más allá. El día va abriendo mientras continúo el paseo acompañado de Gala, la nueva inquilina de la casa que a buen seguro me seguirá en mis correrías ornitológicas. A estas alturas esta pequeña hembra de bulldog francés sólo cuenta con dos meses y medio de vida, demasiado jovencita por ahora.

Las aves rapaces no solamente están representadas por ese magnífico y confiado ejemplar de halcón, sino que un macho de cernícalo común (Falco tinnunculus) y un ratonero común (Buteo buteo) –siempre presente en Galicia- completan la tripleta.
Este año el maíz todavía no se ha recolectado, la causa es que hubo de ser plantado mucho más tarde de lo habitual dada la cantidad de precipitaciones caídas en la primavera, así que este aspecto será algo muy a tener en cuenta ya que podría darse el caso de que la recogida del grano venga a coincidir con las fechas de mayor caída de paseriformes a nuestros prados. Y ya se sabe la querencia de los fringílidos, alondras & cia por estos terrenos con la tierra recientemente revuelta. Peligro.

Precisamente de un extenso maizal sale volando un pajarillo que me dio la sensación de ser un carricero común (Acrocephalus scirpaceus) y que tras un breve trecho volvió a dejarse caer sobre la plantación; lo mismo que llegó se fue, como decía la canción. “A falta de Phragmites bueno es Zea”, diría el pajarillo.

A punto de marcharme al coche escucho ese reclamo que me alerta de que ya las cosas cambian, son un par de bisbitas comunes (Anthus pratensis). Después de estas dos, otras tres aves más; cinco en total, son las primeras que veo en este período postnupcial. El otoño ya está aquí.

Me gusta.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Ortegal: Impossible is nothing


Otra gran mañana de ornitología marina la del pasado domingo 31 de agosto, de esas que hacen afición.
Partíamos a las 8:15 h. de Cariño, como siempre embarcados en el “Aula do Mar”, tomando rumbo a mar abierto al norte de cabo Ortegal. El horizonte oscuro no presagiaba nada bueno a corto plazo, y así sería. Antes de todo ello dejamos atrás los islotes de Os Tres Aguillóns y al poco rato hacían acto de presencia las pardelas baleares (Puffinus mauretanicus), 6 charranes patinegros (Sterna sandvicensis), un par de págalos parásitos (Stercorarius parasiticus) y un bando de 6 limícolas (5 correlimos tridáctilos y un común).


Stercorarius parasiticus en migración activa.

Al poco, ¡¡tachán!!, la primera gaviota de Sabine (Xema sabini).


Precioso ejemplar de gaviota de Larus sabini.

Esta especie era objetivo de algunos de los presentes, por lo que el salto de alegría del colega turco Emin Yogurtcuoglu era justificable. No en vano la mayoría de la tripulación ansiaba la ya famosa tétrada marina, a saber: paíño de Wilson, gaviota de Sabine, pardela capirotada y págalo rabero. En la anterior salida lo habíamos conseguido (ahí es nada…), ¿por qué no ahora también?. La Sabine ya estaba en el saco.

Con el júbilo llegaba el mazazo: una negra cortina de agua impedía ver el horizonte y obligaba al personal a ampararse de los densos goterones. No duró más de 30 minutos el asunto, exactamente el tiempo que nos llevó atravesar la pared de lluvia. Ya saliendo del frente un pajarillo migrante intentó posarse en la embarcación, sin osar a hacerlo finalmente (probablemente la cantidad de humanos ataviados con vistosos chubasqueros no ayudó mucho); lo identificamos inicialmente como una bisbita, pero tras sobrevolarnos en un par de ocasiones algunos nos inclinábamos más por alguna especie de sílbido.

Eran las 9:50 h. cuando varios págalos pomarinos (Stercorarius pomarinus) se presentaron como los primeros de la temporada náutica 2008, eso sí, secundados por un grupillo de charranes patinegros, un págalo parásito y un par de págalos grandes (Stercorarius skua).


Stercorarius pomarinus.

Rara es la salida en la que el págalo grande pase desapercibido...


Stercorarius skua cerca de la borda de babor.

Poco después –y ya a 15 millas náuticas de tierra (unos 28 kilómetros)- un cielo todavía muy gris parecía querer estabilizarse (que no mejorar), y las aves no le hicieron ascos a la nueva situación atmosférica.


Sterna hirundo.

Los charranes comunes fueron los primeros en aparecer...


Vista posterior de charrán común.

... luego llegaron los fumareles...


Chlidonias niger en proceso de muda.

... con plumajes de lo más variopinto.


Chlidonias niger. Apreciese la característica "clavija".

Por supuesto, detrás de los charranes llegan los págalos pomarinos...


Stercorarius pomarinus inmaturo.

Aunque los págalos no solamente incordian a las aves de menor porte...


Alcatraz Vs págalo pomarino.

Charranes comunes (Sterna hirundo), págalos parásitos y pomarinos, gaviotas de Sabine, pardela sombría (Puffinus griseus), fumareles comunes (Chlidonias niger), alcatraces (Morus bassanus) y hasta un charrán ártico aprovecharon para asomarse a las bordas del barco.


Calonectris diomedea. Vista superior.

Aunque, como de costumbre, la gran fiesta se celebró en las postrimerías de las 20 millas náuticas, con la gran suelta de cebo. Las cifras de ejemplares de las especies anteriormente citadas se multiplicaron, y al guateque se unieron un copioso número de paíños comunes (Hydrobates pelagicus), una inquieta pardela cenicienta (Calonectris diomedea), más y más gaviotas de Sabine (22 aves juntas en ciertas ocasiones)...


Pardela cenicienta, vista inferior.

El festival de aves no había hecho más que comenzar....


Grupo de Xema sabini posadas en la mar.

La mayoría de las gaviotas mostraban un todavía coqueto plumaje.


Vista dorsal del plumaje de una gaviota de Sabini adulta.

El cebo hacía que todas las aves perdiesen el miedo ante nuestra presencia y nos dejasen imágenes ciertamente memorables.


Gaviota de Sabine cerniéndose.

Aunque, como señalo, muchas de las aves presentaban la librea estival completa, no era el caso de todas ellas. Para muestra un botón:


Ejemplar de Xema sabini sin la característica caperuza negra

Por la misma borda de babor hicieron acto de presencia un paíño de Wilson (Oceanites oceanicus) y una pardela capirotada (Puffinus gravis).


Paíños de Wilson, fumarel y charran común.

Con la observación de estas dos últimas especies a la tétrada de estrellas sólo le quedaba un “As” en la manga: el págalo rabero.


Oceanites oceanicus.

Lo de los paíños de Wilson fue de juzgado de guardia, incluso para alguien que -como el que escribe- agarraba una cámara reflex sin mucha práctica y trataba de inmortalizar los momentos.


Típico planeo de paíño de Wilson.

Entre una maraña de inquietos paíños comunes se distinguía a los más pausado Oceanites.


Vista dorsolateral de Oceanites oceanicus.

Sobra decir que nadie quería perderse la fiesta...



Y más si la pardela capirotada cambiaba de actitud, dejando de pasar de cola...


Puffinus gravis, vista posterior.

... a irse aproximando progresivamente.


Pardela capirotada despegando.

Cada vez más cerca de nosotros...


Puffinus gravis.

Hasta ofrecernos bonitos arqueos y pasadas.


Puffinus gravis.

A cada minuto que se sucedía la cantidad de aves aumentaba de manera notable, atrayendo a los alrededores de la embarcación a un curioso inmaduro de págalo rabero (Stercorarius longicaudus)…. ¡¡otra vez las cuatro especies en tan sólo 14 días!!.


Stercorarius longicaudus 1º verano.

A estas alturas cabe recordar que tanto págalo rabero como paíño de Wilson son consideradas en España como especies “raras”, por lo que las observaciones de ambas están sujetas a homologación por parte del CR/SEO.


Págalo rabero inmaturo. (Pido disculpas por la calidad de las imágenes).

Dos salidas, dos plenos. ¿Quién da más?. Cien por cien de efectividad.


Vista del ambiente en la borda de babor.

Por supuesto el personal con caras de alegría incontenible, sobre todo las parroquias venidas de tierras catalanas, madrileñas y otomanas.


Unas aletas comenzaron a aproximarse a la embarcación, aunque esta vez por estribor...

Y para completar el jolgorio una manada de delfines comunes (Delphinus delphis) se sumaron a las celebraciones.


Los delfines no dudaron en realizar saltos fuera de la superficie.

Una buena manada integrada quizás por un par de decenas de animales se prestó al juego con el barco.


Delphinus delphis navegando de frente al "Aula do Mar".

En la ruta de regreso aves y más aves. Como novedad no señalada con anterioridad, la presencia de una pardela pichoneta (Puffinus puffinus), un grupillo de unos 15 correlimos comunes (Calidris alpina) y lotes de negrones comunes (Melanitta nigra) cercanos a la costa. De este veloz pato marino hasta 70 aves juntas fueron divisadas.


Oceanites oceanicus "pateando" las olas.

En nuestra retina todavía muchas secuencias de la serie de paíños y sabines.


Paíño de Wilson seguido por un charrán común.

"A veces la convivencia en la mar no es tan apacible como se cree". Eso debió pensar este paíño al sentir el aliento del charrán en el cogote:


Paíño de Wilson alejándose de un charrán común.

De cualquier modo, si la comida es abundante y fácil de obtener, hasta los europeos fumareles comunes y las americanas gaviotas de sabine pueden llegar a hacer buenas migas...


Vista dorsal de Xema sabini (abajo) y Chlidonias niger (arriba).

Por el medio una última parada para deshacernos del asqueroso –y efectivo- “chum”, con un saldo positivo de 47 charranes, págalos grandes, parásitos y pomarinos, así como un inédito hasta el momento charrancito (Sterna albifrons).

Todo concluyó con otra manada de delfines dándonos la bienvenida a los acantilados de Ortegal.


Gaviota de sabine joven.

En tierra todo eran sonrisas. Unos cuantos no olvidaremos pronto la jornada vivida, con cifras tales como estas:

- Pardela sombría: 1 ave.

- Págalo parásito: 15 aves.

- Págalo grande: 6 aves.

- Págalo pomarino: 15 aves.

- Págalo rabero: 1 ejemplar de 1º verano merodeando el barco unos 20 min.

- Gaviota de Sabine: la especie más numerosa mar adentro tras el charrán común. Mínimo 22 aves juntas, con varias decenas de contactos.

- Fumarel común: 6 aves.

- Paíño de Wilson: 6 como mínimo al arribar a las 20 millas náuticas. Es posible que hubiese más aves.

- Paíño común: abundante, hasta 17 aves.

- Charrán ártico: 2 aves.

- Negrón común: 120 aves en 15 minutos de observación al acercarnos a tierra.

- Pardela capirotada: mínimo 2 aves, puede que 3 diferentes.

Y bla, bla, bla…. Me dejo en el tintero las pardelas de varias especies, los abundantísimos charranes comunes y las limícolas.

Dejo un breve video ilustrativo de la calma tensa que se respiraba en la cubierta momentos antes de lanzar el cebo a la mar.



Una gozada de jornada, vaya; esperemos no acostumbrarnos a tanta cosa buena no vaya a ser…

Más imágenes en los blogs de Pablo Gutiérrez así como en el de Antonio Gutiérrez.