domingo, 12 de julio de 2009

Capelada, de sorpresa en sorpresa..


Sábado 4 de julio de 2009. 20:00 horas.

Mientras daba un paseo en el primer día de fiesta local del estío, unos amigos me comentan que se habían acordado de mí, y aducían dos razones. “Hoy fuimos por la tarde a la Capelada, y vimos buitres. ¿Cada vez hay más, verdad?” Yo me afanaba en aclarar sus dudas y en plantearles el escenario actual del Gyps fulvus en el norte de Galicia, si bien aguardaba con avidez la segunda de sus razones al ver como sus caras parecían querer decir “y verás lo que viene ahora”. No tardó en llegar.

“Un rato después vimos en un pastizal un ave enorme, que se asustaba a mucha distancia. Tenía las alas blancas, y se parecía algo a un ganso. Pero tampoco era un ganso”. Mis esquemas se pusieron patas arriba. En ese instante mi cabeza se había transformado ya en una suerte de base de datos que chequeaba varias posibles especies de aves por segundo. Decidí pasar a la acción y preguntar.

¿De qué color era? “Más o menos ocre, pero también había tonos grises y castaños. Las veces que se nos levantó volando le vimos las alas blancas.”


¿No sería tipo cigüeña?, pregunté para eliminar dudas superficiales. “¡¡ Qué va !!. Estamos cansados de ver cigüeñas por España, las vimos muchas veces. Era un bicho enorme, las alas puede que fuesen igual de grandes que las de una cigüeña, pero no tenía las patas largas como una garza o una cigüeña, y era muy desconfiada. No nos dejaba ni verla con los prismáticos desde el coche, y estábamos bastante lejos. Rápido salía volando, y eso que le costaba mucho levantarse. Parecía que no iba a ser capaz de despegar”, contestó de manera contundente.

¿Pero no era un ave rapaz, no? “No, no, ya te digo que la hechura era tipo ganso, pero no me lo parecía”.

En mi cabeza ya había descartado grupos y familias enteras de aves, desde las ardeidas hasta las anátidas. De pronto se me encendió una luz.

¿Estaba en un prado húmedo o encharcado?. La respuesta fue negativa. “No, siempre se posaba en pastizales abiertos, y de hierba seca”.

Aquello parecía uno de esos populares programas televisivos en los que uno debe ir descartando posibilidades hasta dar con la respuesta correcta. Y yo ya tenía la mía habida cuenta de la tonalidad del ave, su tamaño, comportamiento y hábitat. Incluso la fenología dispersiva de la especie coincidía con las fechas que manejábamos. La avutarda (Otis tarda), esa era mi apuesta. Contrasté más preguntas y todo me hacía cerrarme más en banda sobre esta opción.

Una avutarda en el norte más norte de Galicia, lo que me faltaba por ver…

Por supuesto, a la mañana siguiente estaba yo presente en la sierra de A Capelada, prismáticos en mano. Sin embargo, la cálida tarde de la jornada previa se había transformado por obra y gracia de la variable climatología local en una densa niebla aderezada con un no menos intenso orballo que hacía imposible ver un burro a cinco palmos. Y así me pasé la mañana, buscando un imposible.

Únicamente fui quien de encontrarme con un zorro (Vulpes vulpes), tan propios de estos días “golpeiros” (golpe es nombre local del zorro o raposo).

Una avutarda entre Cedeira y Cariño, que cosas…

2 comentarios:

Juanma Tojeiro dijo...

¡¡Carámbolas!! (había escrito otra cosa jeje)¡¡Avutardas por aquí!! Habrá que ir a dar una vuelta a ver que vemos...

José Miguel Alonso Pumar. dijo...

Desde luego concide en fenología con la dispersión de la especie.

En estas mimas fechas se han visto otros años aves en los altos del interior de Pontevedra (Lalín, Silleda...) y de otras áreas interiores.

Pena que se nos colase a los que somos más enfermos...