jueves, 21 de febrero de 2008

Visita a una cantera

Una tarde soleada, sin brisa y con un agradable aire fresco, tres amigos nos dimos un paseo bajo las paredes de una antigua cantera restaurada unos hace años.

La última vez que había estado allí corría el mes de septiembre, y ya por aquel entonces una serie de manchas blancas -sin duda creadas por excrementos de algún ave- habían llamado mi atención. Así que, como la época reproductora está cerca y el día se prestaba, nos dimos un paseillo por el lugar.

Antes de subir encontramos los restos de una piña roída bajo un viejo pino, delatando la presencia de las escurridizas ardillas. Tras unos minutos de caminata llegamos a la cantera. En el tercio superior de su pared principal se apreciaban todavía -si cabe de manera más patente- las grandes marcas blancas, y como el roquedo se orienta al NE la cosa parecía más o menos clara.
El abanico de especies rupícolas de la comarca no es muy amplio así que la jugada iba a estar entre el halcón peregrino (Falco peregrinus), el cuervo (Corvus corax) o, más raramente, el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus). Tampoco descartaba yo alguna rapaz nocturna.

Después de un rato de espera no logramos ver ni un sólo pájaro, algo que ciertamente resultaba chocante; así que decidimos irnos.

Y sucedió lo que suele pasar. A los pocos segundos escuchamos primero, y vimos después, a un cuervo salir volando de entre el arbolado cercano. Tras él, y casi sin mediar tiempo, un segundo ejemplar nos sobrevuela, por lo que parece que los inquilinos del cortado ya tienen nombre y apellido.

Cuervo. Quien sabe si el nido que estas aves construyan acabará atrayendo a alguna pareja de aves rapaces, no sería la primera vez en la zona.

De la cantera a la ensenada de Mondelo, en la parroquia cariñesa de A Pedra. Poca cosa allí. Apenas un colimbo grande (Gavia immer) y un colimbo ártico (Gavia arctica), además de una hembra de gavilán que se entretuvo sobrevolándonos por un instante.

Y al irnos, una hura excavada en una cuneta terrosa entre el eucaliptal nos indica que el tejón (Meles meles) no debe de andar muy lejos.

Una manera de disfrutar una tarde sin buscar rarezas, ¿o sí?.

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