Año que acaba, año que comienza.
Es siempre es lo mismo. Cada temporada se repite cíclicamente la historia, y dentro del guión hay toda una serie de actores secundarios que aportan su sal y su pimienta a cada estación.
Tod@s tenemos en mente observaciones, comportamientos o cantos de aves que nos recuerdan que ya llega la nueva estación. A veces son estímulos que compartimos varias personas (¿ a quien no le invade de primavera la primera golondrina?), pero otras veces es un sentimiento muy personal.
Y cada uno tiene los suyos.
Particularmente, para mi siempre hay una señal inequívoca que anuncia la llegada del nuevo año. Y es curioso porque siempre me sucede días después de la llegada del invierno, no más allá de dos o tres fechas antes o después de Nochevieja. Con puntualidad británica.
Se trata del celo de los ratoneros (lo siento, me niego a lo de Busardo-ratonero...ajjj!!).
Ayer mismo, a eso de las 15:30 h., pude ver en la parroquia de A Barqueira (concello de Cerdido) una pareja de Buteo buteo mostrando ese sube-baja-sube tan habitual en esta ave rapaz.
Son paradas nupciales suaves, con pasadas menos agresivas que las de otras rapinas, pero ciertamente sincronizadas y armoniosas. No es extraño ver a varias parejas a la vez delimitando sus territorios, e incluso algún año me he pasado varios días sin ser capaz de ver un individuo solitario.
Siempre en parejas.
Los vuelos de los ratoneros significan -entre otras cosas- que, una vez más, las horas de luz comienzan a aumentar.
La naturaleza siempre nos brinda señales, sólo hay que saber interpretarlas...
Y cambiando de tercio: esta tarde Ricardo Hevia ha relocalizado el macho de Cerceta aliazul que fuera descubierto por Amadeo Pombo en la marisma de Lago (Xove, Lugo) a finales del verano. La noticia es importante, no sólo por la reaparición de esta anátida divagante sino porque, como se puede leer en el post del día 3 de diciembre ("Recorrido por la costa lucense. Parte II"), algún desaprensivo había abierto fuego indiscriminadamente contra las aves que habitaban la cercana laguna de Lago, causando bajas entre anátidas y láridos.
Parece que, al menos parte de las aves, se han resguardado en la más escondida marisma. Menos mal...
Por cierto, que ayer seguía la corneja pía cariñesa en la playa de A Concha. Algunos estamos planteándonos ya el ponerle nombre...
Si han podido bautizar a los focenses Pepiño y Luisiño...¿por qué no?
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