Llevábamos unos años de capa caída con los colimbos, probablemente con la complicidad del Prestige, ese ya triste y maldito barco.
¿Hasta cuando estaremos expuestos a más petroleros?.
Mejor centrarnos en lo positivo y es que, los colimbos, parecen volver a encontrar en la bahía de Cariño uno de sus puntos estrella en la península ibérica.
Lejos quedaba ya aquel día 10 de febrero de 2001, cuando desde el faro del puerto Ricardo Hevia y yo contábamos 23 colimbos grandes -y seguro se nos escapaba alguno que otro, quien sabe si llegarían a la treintena- mientras se agrupaban al atardecer, actitud esta muy característica de esta especie.
No muy lejana a esa fecha recuerdo con, quizás, mayor y más especial emotividad el día en que la playa de Fornos me brindó el regalo de ver hasta 11 colimbos árticos juntos.
¡¡ Qué alucinante !!...¿no?.
O cuando desde el propio espigón mi buen amigo y el que escribe mirábamos perplejos a aquellos 6 colimbos chicos...
Desde entonces, después del triste suceso, vinieron los más oscuros años para este grupo de aves en nuestra costa. Nuestra costa que es de todos, como bien saben los que tienen a bien disfrutarla.
Años oscuros, negros como el vómito del carguero.
Pero cuando actúa la fuerza de la naturaleza nunca se debe tirar la toalla, jamás. Poco a poco hemos ido levantando cabeza y, a pesar de que todavía queda mucho para recuperar el nivel previo, se atisban señales que invitan al optimismo.
Y uno, aunque está inmerso en el ajetreo laboral propio de las fechas, no deja de estar al tanto de lo que se mueve por la comarca porque siempre hay quien vigile. Y Ricardo Hevia vigila, vaya si vigila...
La novedad saltó a eso de las 17:23 horas, cuando en una atardecida muy apacible y apetecible -por qué no- en la ensenada cariñesa 15 negrones comunes, 4 negrones especulados, 2 colimbos chicos, 2 colimbos árticos y 12 -si, doce- colimbos grandes hacían las delicias de quien observaba.
¡¡ Qué alegría me has dado Ricardo !!. Ya estamos en 16 ejemplares de colimbos, de las tres especies. Y eso es bueno, muy bueno.
Si es importante contar con las tres especies (que, dicho sea de paso, jamás nos han fallado, ni en los peores momentos), no lo es menos el incremento en los efectivos invernantes.
Y la cosa tiene buena pinta porque todavía estamos en diciembre, y las cifras máximas en esta bisagra del mar Cantábrico y el océano Atlántico, suelen producirse en la primera quincena de febrero.
Aguardemos pues.
Como esperamos por el Adams, el sempiterno sueño a cumplir...
Por cierto, y cambiando de registro: la pasada noche Ricardo volvió a ver el mismo número de becadas -y en la misma zona- en que yo lo hice dos noches atrás, y que os he relatado en la entrada previa. Así que siguen por la zona.
Yo si fuese ellas miraría bien el calendario, mañana es domingo y esta especie es la especialidad de los practicantes de la caza menor por estos lares. Los muy ...(me ahorro el exabrupto) deben de estar frotándose las manos.
Confiemos en la maestría de las chochas.
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