martes, 6 de mayo de 2008

¿Quién no envidia en primavera a los Aigüamolls d´ Empordá?

El goteo de rarezas que durante esta inusual primavera han ido cayendo por el norte de Galicia han servido, en parte, para aliviar el escozor que la envidia sana nos provoca a algunos al leer casi cada día las inumerables -e interesantísimas- especies que los compañeros de Aigüamolls van registrando en su web, gestionada de manera impecable por Teresa Montrás y Jordi Martí.

Hace unas semanas, mi buen amigo L. J. Salaverri partió hacia Cataluña como cada primavera. Su objetivo no era otro que el de disfrutar de un ambiente ornitológico algo distante de los que por estos lares estamos acostumbrados y, si se daba la oportunidad, "bimbar" una nueva especie para su ya extensa lista de aves, algo sumamente complejo a estas alturas del negociado.

Pero Aigüamolls es mucho Aigüamolls, como ya señalaba yo en un post del pasado 22 de enero.

A día de hoy Luis ya está en nuestra tierra, de regreso, y con él se trajo unas joyas en forma de instantáneas, algunas de las cuales os cuelgo para compartir la calidad -fotográfica y ornitológica- de las mismas con todos los que tenéis a bien pasaros por este blog. Por supuesto, muchas gracias a Salaverri por cederlas desinteresadamente.

Para comenzar, todo un clásico de los abriles ampurdanos...


Tringa stagnatilis. Especie escasa, aunque habitual en migración prenupcial. L. J. Salaverri.

Las especialidades catalanas presentan una fluctuación anual llamativa. Algunos años pueden llegar a ser fenomenales para especies como el bisbita gorgirrojo (Anthus cervinus) mientras que a la vez el paso de cernícalo patirrojo puede estar siendo especialmente malo. Este mismo supuesto le sucedió a quien escribe en la temporada 2006 -cuando no fuimos capaces de localizar ni un solo ejemplar del cernícalo deseado- aunque a tenor de las más de 30 observaciones de Falco vespertinus de hace una semana, no debe ser el caso de este 2008. Los Tres Ponts y Mornau parecen lugares propicios para intentarlo, para muestra un botón:


Grupo de 4 Falco vespertinus, 2 machos (en los extremos) y dos hembras (al centro). L. J. Salaverri.

Volviendo a las limícolas, el área del Matá es una zona del parque de ineludible visita. Cientos (sí, cientos) de Tringa glareola, canasteras, cigüeñuelas, etc... deambulan por esta parte del humedal. Todavía retengo en la memoria aquel grupo de 4 correlimos de Temmick disfrutados por Jordi, Luis, Ricardo Hevia y yo en mayo...

Efectivamente, el Calidris temminckii es otra de esas especies que nos seduce a los galaicos, y que en mayor o menor número anualmente recala en Aigüamols. Jordi Martí da cada año la voz de aviso sobre la llegada de esta especie, por la que tiene una especial preferencia.


Calidris temminckii en el Matá. L. J. Salaverri.

Pero para aquellos que -como el que escribe estas líneas- sienten una especial devoción por los passeriformes, decir que en años favorables es relativamente sencillo observar especies tal que la carraca, vencejo pálido, mosquitero silbador (Phylloscopus sibilatrix), Motacilla flava cinereocapilla o el siempre interesante bisbita gorgirrojo.


Anthus cervinus. L. J. Salaverri.

Muchas de estas bisbitas casi se dejaban coger en el parque hace un par de temporadas, y no resultaba complicado poder disfrutar de algunos mosquiteros silbadores y numerosísimos papamoscas cerrojillos -con lustrosas libreas estivales- en las arboledas de Mornau. Este lugar es un buen punto para que los más ambiciosos no dejen de intentar el escasísimo Ficedula albicollis, que de cada cuanto puede dar la sorpresa.

El carricerín real (Acrocephalus melanopogon) también tiene su interés, ya que en la reserva está uno de sus últimos reductos de cría.

Con todo, tal y como sucede en la fachada gallega durante la migración postnupcial, la costa catalana registra en el paso prenupcial un buen puñado de rarezas, algo no desdeñable para muchos ornitólogos. Mención hecha del papamoscas collarino, o del zarcero icterino (hace un par de días el cuasigallego Albert Burgas ha visto uno), una especie que cada año se viene consolidando cada vez más como objetivo número uno de los twitchers es la escurridiza agachadiza real, de la que estos días se han dejado observar hasta 4 ejemplares juntos.


Gallinago media en el Matá. L. J. Salaverri.

Sí, sí. Habéis leído bien, cuatro agachadizas reales juntas... ¡¡¡algunas de ellas incluso cantando!!!.

Ver para creer. Dicho esto, y más allá del Circus macrourus con que Ortigueira nos ha agasajado en abril, o la cerceta aliazul de Valdoviño, dejando elanio y abejarucos en Galicia aparte... ¿quién no tiene una poca de envidia sana de Aigüamolls?

Yo sí.

Por cierto, de aguiluchos papialbos también saben un poquito por tierras gerundenses. Sólo un poco, vaya...

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